En este artículo de la Asistente de Proyectos de Cultural Infusion, Nicola Diomides, en colaboración con la Directora de Tecnología, Rezza Moieni, se explora el tema de la disparidad, como una dimensión importante de la diversidad. Esta investigación demuestra que comprender la disparidad puede conducir a relaciones más significativas con los compañeros y los miembros de la comunidad.
Puede que hayas oído antes el término «disparidad». Lo oigo mucho cuando la gente habla de dinero. Como, por ejemplo, las disparidades en el gasto público.
Pero éste no es el único uso del término. La disparidad es en realidad un concepto crítico dentro del espacio de la Diversidad, la Equidad y la Inclusión (DEI). Como ha comentado nuestro Fundador y Director General, Peter Mousaferiadis, se puede lograr una mayor inclusión social comprendiendo las métricas de la diversidad.
Supongo que estarás pensando, bueno, si yo no trabajo en el espacio DEI, entonces ¿por qué me importa?
Ésa es la pregunta que voy a intentar responderte, porque probablemente hayas experimentado la disparidad en tu vida cotidiana, sin siquiera darte cuenta. Y el beneficio de comprender este tema es que desarrollarás mejores relaciones interpersonales con quienes te rodean.
Un escenario social
Imagina que estás en una fiesta de fin de año de la oficina, mantienes una conversación con alguien con quien realmente no te comunicas fuera del horario de trabajo.
La persona A es reflexiva en sus respuestas y suele dedicar periodos de silencio
La persona B es muy habladora y se siente incómoda con el silencio
Empieza a ser un poco incómodo, y todos somos humanos, si nos sentimos incómodos en una conversación, nuestro instinto natural es empezar a analizar, o quizá incluso a juzgar.
Así que, en este escenario, la Persona A podría estar pensando: «no paran de hablar, por qué son tan dominantes, es prepotente y grosero, no tengo ni un segundo para pensar».
Mientras que la Persona B puede estar pensando: «¿Van a decir algo? ¿Tengo que dirigir yo toda esta conversación? Deben de ser muy tímidos, o quizá simplemente no les interesa hablar conmigo».
Es seguro decir que no se llevan como una casa en llamas, pero ¿por qué?
A través de la lente de la comprensión intercultural, podríamos observar que la Persona A procede de una cultura de alto contexto, lo que significa que su estilo de comunicación depende de la comunicación no verbal (silencio, lenguaje corporal, contacto visual). Por otra parte, cabe suponer que la Persona B procede de una cultura de contexto bajo y depende mucho menos de la comunicación no verbal.
Puede que suene un poco técnico, pero más o menos, lo que quiero decir con esto es que, en este escenario, la Persona A no cree realmente que hablar sea absolutamente necesario para comunicarse. Mientras que la Persona B tiende a llenar cualquier silencio con palabras, a veces incluso sin pensar, porque en su mente, silencio = malo.
Supongo que eso explica el chiste *grillos*, que juega con el sonido del silencio y es bastante común en la cultura australiana. Ahora que lo pienso, en esencia perpetúa la idea de que debemos evitar el silencio a toda costa.
Así que, como puedes imaginar, la falta de comunicación descrita anteriormente puede crear barreras en la conversación y provocar sentimientos de incomodidad, juicios erróneos y prácticas de alteridad o estereotipos. Ésta es una manifestación común de la disparidad.
La disparidad es sólo una dimensión de la diversidad. Según el modelo Stirling, del que informa la UNESCO, hay tres elementos: disparidad, variedad y equilibrio. Así que, cuando pienses en la diversidad, piensa en ella como en una receta, necesitas la mezcla justa de estos ingredientes clave. Realmente es un acto de equilibrio.
Fuente: Rafols y Meyer (2010, p. 266)
Como se ha indicado anteriormente, la disparidad puede definirse como el grado de disimilitud o distancia entre un par de elementos o tipos. En pocas palabras, disparidad significa reconocer que un individuo o grupo es diferente a ti, pero además, significa comprender el alcance de esta diferencia.
Lo que faltaba en el encuentro entre la Persona A y la Persona B era la conciencia de por qué había distancia en la conversación y el reconocimiento de que la razón por la que no se llevaban bien no era, en definitiva, porque no pudieran, sino porque no se entendían.
Para argumentar, imaginemos que la Persona A es un inmigrante chino y la Persona B es un anglo-australiano.
Para descubrir la disparidad entre estos dos entornos culturales, podemos recurrir al modelo de Hofstede, que analiza los valores de una sociedad determinada.
Fuente: Hofstede Insights
Lo anterior demuestra que los valores australianos y chinos son sustancialmente diferentes, lo que también puede explicar la falta de comunicación durante la conversación entre la Persona A y la Persona B.
Todavía estamos en la fiesta de fin de año de la oficina…
La Persona C y la Persona D acaban de aparecer. Parece que se llevan bastante bien, a pesar de no conocerse demasiado.
Se revela que la Persona C es francesa y la Persona D es española.
Fuente: Hofstede Insights
Como puedes ver, por comparación, el modelo de Hofstede muestra que las culturas francesa y española comparten valores muy similares.
Por tanto, se puede afirmar que la disparidad entre la Persona A y la Persona B es mucho mayor que la disparidad entre la Persona C y la Persona D.
Comprendiendo y midiendo la disparidad, podemos aprender sobre el Otro y trascender barreras como los prejuicios, los estereotipos, los sesgos, el racismo y la discriminación. Volvamos a los pensamientos que la Persona A y B estaban experimentando durante su conversación. Si la Persona A comprendiera por qué la Persona B no dejaba de hablar, y la Persona B comprendiera el significado del silencio de la Persona A, habrían tenido más empatía y paciencia durante esa conversación, lo que habría conducido al respeto mutuo, y posiblemente incluso a la amistad.
Sin embargo, no olvidemos que el modelo de Hofstede, explorado anteriormente, sólo contempla una faceta de la diversidad y es el país de nacimiento. Y eso sin contar las muchas etnias culturales que no tienen identidad nacional.
Nuestra plataforma basada en datos, el Atlas de la Diversidad, nos dice que hay muchas otras dimensiones de la diversidad que hay que tener en cuenta, como la religión/visión del mundo, la lengua y la etnia cultural, así como factores demográficos, como la edad, el sexo, el género, etc.
Personas diferentes, visiones del mundo diferentes
Si un católico y un musulmán sunní mantuvieran una conversación, lo más probable es que cada uno tuviera perspectivas diferentes sobre diversos temas y cuestiones. Pero, ¿por qué?
La respuesta sencilla es que cada una de estas visiones del mundo se sustenta en una forma única de ver el mundo.
Si observamos la imagen anterior del Atlas de la Diversidad, que contiene 8500 visiones del mundo, veremos que el catolicismo pertenece a la rama de visiones del mundo del cristianismo, mientras que el sunismo pertenece a la rama de visiones del mundo del islam. Esto significa que la disparidad entre estas cosmovisiones es mucho mayor que la que existe entre el catolicismo y los ortodoxos, por ejemplo, ya que ambos proceden de la misma rama del cristianismo.
La disparidad entre religiones ha tenido consecuencias en la sociedad moderna. Las diferencias en las visiones del mundo pueden ser a menudo fuente de conflicto, ya que la religión suele implicar normas autoritarias y vinculantes que se aplican a facetas clave de la sociedad, como el género, la sexualidad, la vida familiar, la educación y otras cuestiones.
Es importante tener la mente abierta a nuevos pensamientos, perspectivas e ideas, porque esto no sólo creará fascinación e intriga, sino que también fomentará el pensamiento crítico y permitirá que se formen conexiones significativas.
El mundo de las lenguas
¿Has oído alguna vez a alguien hablar una lengua diferente, y te resulta tan desconocida que te cuesta creer que viváis en el mismo mundo? Si has experimentado esto, puedes achacarlo a la disparidad entre esas lenguas.
Por ejemplo, si la única lengua que hablas es el inglés y oyes a alguien hablar chino mandarín, podrías sentirte completamente perdido. Con 12.000 lenguas en su base de datos, el Atlas de la Diversidad desvela esto mediante visuales que miden la diferencia entre lenguas. En este caso, el chino mandarín y el inglés son drásticamente diferentes, ya que proceden de macrozonas distintas del chino mandarín y del chino indio.
Por otra parte, si tu lengua materna es el francés y oyes a alguien hablar en italiano, te sonará familiar e incluso podrás entender algunas palabras o frases. Esto se debe a que el francés y el italiano pertenecen a la misma familia lingüística y ambos se conocen como lenguas romances.
El español también es una lengua romance… otra posible razón por la que la Persona C y D no experimentaron mucha distancia durante su conversación.
Contabilizar la disparidad en la vida cotidiana
El primer paso para reconocer la disparidad es darse cuenta de que existen diferencias significativas entre los individuos y los grupos de la sociedad. No abordarlo puede provocar conflictos, en forma de discriminación étnica y racial e incluso violencia física, ya que recurrimos a prejuicios y estereotipos para guiar nuestra percepción del Otro. Al concienciar sobre la importancia de comprender y medir la disparidad, podemos fomentar la comprensión intercultural, la aceptación y la tolerancia.
Nuestra plataforma Atlas de la Diversidad proporciona a las organizaciones datos ricos que miden la diversidad cultural y demográfica de sus entornos de trabajo. Con esta información, las organizaciones pueden conocer los diversos orígenes de sus equipos y descubrir la disparidad que existe entre religiones, etnias culturales, lenguas y países de nacimiento. Abrazar esta diversidad conducirá a una mayor representación, creatividad e innovación.
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